martes, 18 de septiembre de 2012
Hoy por la tarde, mientras un aguacero que cortaba el paso caía, terminé de leer el libro "El viaje del Elefante" de José Saramago.
Me pareció una bonita coincidencia, a modo de homenaje final, para alguien que es famoso por siempre andar buscando, con la trompa, algo que le cure la sed. Mucha lluvia para Salomón-Solimán y para el cornaca Subrho-Fritz, que tal vez un día creyó en milagros y a quien le subrayé en verde estas palabras: "Si todo el mundo hiciera lo que puede, el mundo sería, con certeza, mejor". Muchas gracias Rey de Portugal y Maximiliano de Austria. Muchas gracias Saramago por preguntar qué eran esas esculturas de madera que estaban en el restaurante "El Elefante", porque gracias a tu curiosidad tenemos esta historia plagada de letras minúsculas. Muchas gracias Alicia por decirme: "Tienes que leerlo". Muchas gracias Liz porque fuiste tú quien me lo regaló el día que lo vi en una edición miniatura; chiquito pero grandioso, porque en sus páginas está acomodada la travesía inolvidable de un animal de toneladas.
Ha vuelto a llover.
Bajo la lluvia, en un lugar que existe porque lo imagino, hay un elefante dándose un festín con un cornaca, que lo ama, sentado en su lomito.
Y soy un poco más feliz.
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Comentarios
Una manera de recibir esta lectura muy parecia a la mia.
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