La vida abstracta


En la vida cotidiana, como en el arte abstracto, a veces no sé entender ni interpretar el presente. Para ejemplo, este cuadro de Miró:




Mi primer impulso fue descifrar el título: «Mujer y pájaros al amanecer». Como en un Vermeer que claramente tiene un retrato y un objeto —supongamos «La joven de la perla»—, mi mente se puso a buscar las formas aludidas: Mujer, pájaros, amanecer. Pero el arte abstracto no las da, porque no imita la vida ni lo que llamamos «real».

Como el lienzo de Miró, el cierre del veinte veintidós me está resultando… abstracto. No le hallo. No encuentro formas. Mi mente quiere «resolver». Busco patrones «familiares» como punto de referencia. Pero lo conocido, cambió, y debo mover mi mente de lugar, mi perspectiva y, por lo tanto, mis acciones y mis resultados. El arte abstracto me recuerda que la experiencia de vivir es también la experiencia de proyectar pensamientos e imaginación, y que diciembre es bueno para hacerlo: cerrar ciclos, iniciar otros.

Usando el arte de Miró a mi favor, la reflexión principal es que la vida abstracta me obliga a pensar distinto, me lleva a evolucionar para ser diferente y mejor a lo que fui estos últimos meses del que ha sido un año difícil.

Así como «Mujer y pájaros al amanecer» tiene algo que me hace mirarlo una y otra vez, así la mujer que soy, con la mente llena de pájaros al amanecer, al atardecer y al anochecer, me hace mirarme hacia adentro.

Abstracta, como estoy, proyecto pensamientos inconexos en lo que anoto en mi cuaderno o en conversaciones con algunas personas. Abstracta, como estoy, sé que no voy a imitar la vida de antes. Mucho menos después de una pandemia. Hay piezas, líneas, colores, historia y experiencia alineándose para ser algo diferente.


Mi laptop se queda sin pila y se apaga.

Quedo frente a frente, la de aquí mira a la de adentro, la que está en el espejo negro del monitor. Pausa obligada. Me miro. Me Miró. Abstracta, sin aretes, cabello recogido, las dos manos en el teclado, estática como pianista a punto de iniciar su concierto, con un galgo dormido que recarga su flaco cuerpecito en el mío. La mujer del monitor me dice:

—Te estoy esperando.

·:·:·:·


Dos cosas.


1) Entré a Facebook y vi la opción de «Artículo». Me dio curiosidad, así que le di clic y empecé a escribir lo que acabas de leer.

2) Antes de darle clic a «Artículo» me sentía a la deriva. Conforme fui tecleando, encontré ancla y estabilidad. Quizá en las palabras está lo concreto para este presente abstracto.